“Cuando la vida te de mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil razones para reír y seguir adelante”.
Valor ante la adversidad es lo que marca la diferencia entre los que lo intentan y los que lo consiguen.
El futbolista Damián Zamogilny, originario de Buenos Aires, Argentina, llegó a México en el 2001 contratado por un representante para jugar en León. Confiando en la persona Damián llega a México, con poco dinero y un sinfín de ilusiones en su corazón. Sin embargo, al llegar surge una diferencia entre el equipo y la persona que lo había contratado y como resultado le dan la noticia que no podrá jugar, así sin más.
En ese momento el valiente jugador comienza a ver sus opciones y lo único que consigue para quedarse en México, es jugar en el Querétaro en segunda división con un sueldo del 1% de lo que le habían prometido originalmente. Ahí jugó por dos años y su sueño siguió firme, pero al pasar estos años, cumplió 23 años y terminó la edad reglamentaria para jugar en 2ª División por lo que fue dado por terminado su contrato.
La vida le jugaba una mala pasada de nuevo… Pero siguiendo su sueño decidió quedarse en México y seguirlo intentando. Entrenaba a diario y jugaba en equipos amateur para conservar su condición. Pasó 5 años sin ver a su familia y amigos. Para vivir buscó trabajos de bajo perfil por todos lados, porque sin la nacionalidad, no podía trabajar en algo formal. En esta época conoció a su actual esposa, Roxana, quien lo apoyó y lo motivó para seguir adelante. A pesar de las muchas veces que quiso “tirar la toalla” y desistir, el ver que ella creía en él, lo impulsó aún más.
Para hacerse de un poco más de dinero comenzó a jugar en equipos de empresas, donde le pagaban por jugar y así apoyaba a que los equipos ganaran. Ahí hizo muy buenos amigos, que conserva hasta la fecha.
Los entrenamientos no paraban, dedicaba tres horas diarias a cumplir su sueño, a pesar de que las puertas de le cerraban de pronto y su edad avanzaba. Se probó en quince equipos y en todos ellos le dijeron que él no servía para jugar fútbol. Después de pasar tres años intentándolo sin desistir, ni dejar que la tristeza y el fracaso entraran a su vida, un buen día el destino tocó a su puerta. Lo invitaron a jugar un partido amistoso en Puebla en el 2006. Contra todas las posibilidades -ya que después de estar seis meses inactivo, los equipos usualmente rechazan a los jugadores– el entrenador del Puebla lo invitó a jugar. ¡Esta era su oportunidad de demostrar todo lo que su corazón había preparado por tantos años!
Así viajó por todo el país con el Puebla, que entonces se encontraba en Segunda División, y siendo parte de este equipo, lograron quedar campeones en el primer torneo que jugaron. Para el segundo torneo, consiguieron quedar campeones de nuevo y ¡subir a Primera División!
Con esta oportunidad que la vida le ofrece, busca seguir su sueño de jugar en el América… y aunque esta oportunidad aún no se abre, los Tecos compraron su carta en una muy considerable suma de dinero y con excelentes condiciones para Damián.
Después de seis años en que tuvo rechazos y decepciones, en dónde no quería que su familia y amigos en Argentina supieran de ello, demostró que contra la voluntad firme y un sueño bien claro, no hay obstáculo que sea lo suficientemente grande como para hacerte fracasar.
Inercia y determinación para demostrar por qué quería jugar, fueron los ingredientes para conseguir su oportunidad. Así en 2008 ganó el Premio al mejor jugador en medio de contención compitiendo por este premio contra Gerardo Torrado y Eduardo Coudett… y este premio le fue otorgado a tan sólo un año de jugar en Primera División.
Esta historia nos demuestra que el ingrediente secreto está en ti… como dice Kung Fu Panda. Sólo requieres buscar dentro de ti lo que quieres y pronto tus sueños se harán realidad. Así que… ¿Cuál es tu sueño?