¿Te imaginas llegar a recoger a tus hijos en la escuela y que te digas: “señora su hijo quemo vivo a un compañero”? O al contrario: “su hijo está en el hospital por quemaduras de segundo y tercer grado, es que sus compañeros lo quemaron.”
No se tu, pero yo, me muero textual.
Verdaderamente cuando pienso haberlo visto, escuchado y conocido todas las formas posibles de maltrato entre compañeros de escuela, algo más sorprende… y este caso en mis 15 años de labor supera toda ficción ya que el pasado 18 de junio en el perdiodico El Universal salió la nota de que un menor de edad fue rociado con alcohol y quemado por sus compañeros en la telesecundaria Josefa Vergara, en la comunidad El Salitre, en la capital de Querétaro, fue tan fuerte escucharlo, que ente que tenía gripa y pensé haber leído mal lo dejé pasar.
Más ayer cuando en MegaNOTICIAS me entrevistaron sobre el caso, no podía dejar de entristecerme y asombrarme, sí había leído bien, sí quemaron vivo a un alumno.
En la nota que explore a profundidad dice que sus padres se manifestaron en las instalaciones con otros miembros de la comunidad para exigir acciones tras la agresión contra el menor Juan Pablo que aún se encuentra en el Hospital con quemaduras de segundo y tercer grado.
¿Prendieron fuego a un alumno? Sí.
¿Cómo? ¿lo rociaron con alcohol y prendieron fuego? Sí.
Pero, ¿por qué alguien haría algo así? Pues te apuesto lo que quieras a que estos niños de 14 años que hicieron tal atrocidad a su compañero de origen otomi que no hablaba bien español, pensaron que se trataba de “una broma” o de un acto sin importancia… Más ahora este alumno se debate entre la vida y la muerte por su causa.
El padre de Juan Pablo dice que ya habían acudido a la directora del centro para pedir cambio de salón, a lo cual se negó minimizando los hechos y alegando no tener lugar en otro grupo. Ahora también tendrá que cargar en su consciencia que por si ineficiencia al atender el caso, un alumno suyo está gravemente herido, y que en caso de sobrevivir, deberá cargar para siempre con las heridas físicas y emocionales de haber sufrido tal abuso.
Aún así, algunas escuelas siguen declarando alegremente “aquí no hay bullying” cuando ni siquiera se han documentado y capacitado en el caso.
¿Seguimos así o le paramos?
Los padres de familia debemos exigir obligatoriamente a las escuelas que se capaciten, tengan protocolos y atiendan cualquier denuncia de bullying por mínima que les parezca y así evitar estas tragedias.
Mi granito de arena, mi aportación a la sociedad, es abrir GRATIS mi curso de 15 horas en mi plataforma Educación Millennial a todo aquel que quiera sumarse para una mejor sociedad, con niños y niños que obtengan modelos en sana convivencia y que estén protegidos, incluso de ellos mismo y de las malas decisiones que puedan tomar.
Tú, ¿qué piensas? Te escucho, te apoyo y te mando un gran abrazo, sobretodo a la familia de Juan Pablo.
