La vergüenza es una virtud que teme al oprobio o a la confusión que se sigue de haber cometido una torpeza moral. Es un regulador natural e instintivo para evitar el mal y conservar la virtud.
Cuando se usa con moderación, la vergüenza resulta un excelente método personal, para guardar la consciencia tranquila, al saber que se ha hecho el bien.
Ok muy bonito, ¿pero qué pasa hoy con la vergüenza? Pues se le ha dado un sentido peyorativo y exagerado donde sería “lo peor que pudiera pasar a alguien”, el sentirse avergonzado. Si bien, avergonzar a los hijos al humillarlos o ejercer el bullying para humillar a alguien, son conductas reprobables, el no sentir vergüenza alguna, nos convierte en unos sin vergüenzas...
¿Que es ser un sin vergüenza? Es ser una persona a quien nada la detiene en su actuar para hacer lo que guste, sin pensar en la moralidad de sus actos. Es la moda del post modernismo donde “atrévete” es el culto de vida para demostrar riesgo excesivo que se convierte en temeridad.
Los jóvenes actuales en su mayoría, caen en retos y tentaciones de palabra u obra “temerarios”, con el propósito de obtener popularidad, al atreverse. Todo ello lo podemos constatar al entrar por unos minutos a ver los terrible videos de TikTok, por ejemplo “fucking mean” donde niños, niñas y jóvenes dicen cosas terribles sobre sexo u otras conductas avergonzables sobre amigos y conocidos, y después de decirlo, cierran con una frase y un símbolo con los dedos en forma de círculo ⭕️ uniendo con otros en círculo y diciendo a coro “fucking mean”. Un ejemplo: “Fulanita hizo sexo oral a tres el viernes...” y todos dicen a coro después de escucharlo: “fucking mean”...
Hoy ser un sin vergüenza es un culto al ego, a la popularidad, al atreverse, que atraviesa los valores de respeto, prudencia y bondad solo con el fin de obtener likes y comentarios de “oraleeeeee te atrevisteeeee” y así sentir la propia vanagloria, basando en ello la autoestima construida con palillos chinos, que amenza con caer en cualquier segundo.
Yo considero urgente, revisar con nuestros hijos estas realidades “que no son bromas, ni juegos” para poderlos orientar hacia el bien y la virtud, al tomar estos claros ejemplos de crueldad y perversidad, para formar de vuelta el amor al prójimo y la bondad.
En el 2020, saquemos la cabeza del agujero de la comodidad y la frivolidad, y veamos con ojos bien abiertos lo que está sucediendo, para así hablar con verdad y formar la consciencia de nuestros niños, niñas y jóvenes.
¡Todavía estamos a tiempo! Afila tu visión a 20/20 y juntos podremos dar la vuelta hacia el bien.
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