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narcisismo

El mundo ha cambiado de forma radical en los últimos tiempos, la tercera revolución industrial, generó una comunicación impersonal a través de medios digitales, con un sentido de inmediatez que lo que más afecta es la empatía y la tolerancia entre cada uno de nosotros. Yo recuerdo un anuncio de computadoras que decía “el mundo ahora es personal” y en ese momento me parecía un poco exagerado, pues no me había abierto a la posibilidad de concebir un mundo lleno de gente donde cada persona está centrada sólo en sí misma. Esto ha generado una pérdida de la empatía por los demás de la cual se deriva el cambio en el concepto de valores.

 

Siendo el concepto de mundo millennial: “un lugar narcisista donde sólo me construyo a mí mismo”, el reto de la educación para la paz es todavía mayor. Edgar Morin y UNESCO ponen como prioridad para que exista una verdadera cultura de paz en la educación, que exista la completa ejecución de las responsabilidades y derechos democráticos. El concepto democracia, poco se comprende en estos tiempos y sólo se deja sesgado a “ir a votar” y tener un sistema de progreso personal por medio del capitalismo. Sin embargo, la democracia tiene que ver con participar en cuerpo, mente y acción hacia el país, ciudad, colonia, comunidad, edificio y espacio en el que habitas; tiene que ver con pensar libremente, interesarte, expresarte, tomar acción, en caso de que algo tenga que corregirse, y estar activo en las decisiones de cada pedazo de tu sociedad. La democracia requiere vivirse en responsabilidad personal, no es un tema colectivo, es un tema donde cada persona requiere dejar la desidia y la flojera y actuar.

La educación para la paz, reside en la responsabilidad de la persona para generar la resolución de conflictos de manera pacífica mediante el diálogo y la comprensión mutua, basado en una escucha activa para fomentar sociedades participativas en de proceso democrático. La cultura de paz, pretende convertir a las personas es seres involucrados con el mundo para crear igualdad, equidad, participación y diálogo con la finalidad de vivir la paz, como decía Gandhi: “no hay caminos para la paz, la paz es el camino”. Por ello, al generar sistemas de justicia social que permitan vivir la paz, al estar en paz con el medio en el que se vive, sería la utopía del mundo ideal con una plena cultura de paz.

Para lograr generar el cambio educativo que el mundo, interconectado y sobre informado, espera y necesita, es necesario hacer ajustes en cuanto al propósito de la educación formal, misma que al haber sido inspirada por la Ilustración está, y estuvo centrada por siglos, en la unificación de conceptos científicos para que la gente de un pueblo pudiera trabajar y comprender las cosas de manera igual y así se productivos. Actualmente, el mundo no requiere conceptos tajantes y autoritarios donde sólo se proporcionen conceptos unificadores, sino que se requieren las habilidades de diálogo e inclusión necesarias para un mundo globalizado que necesita cada vez personas más pragmáticas, capaces de razonar y conciliar en instantes, para poder ser eficientes y servir al mundo.

El reto de crear en los individuos una cultura de paz, requiere un cambio en la manera de enseñar, en la manera de concebir el proceso educativo y en la manera de transmitir el conocimiento para poder ser congruentes con dicho proceso democrático que se requiere vivir desde la infancia en donde nadie te dice cómo pensar, sólo se te enseña a pensar y tomar tus propias conclusiones pero siempre dentro de un marco de valores universales que son prioritarios para encausar a las nuevas generaciones.

Para poder hacerlo, al menos en México, el nuevo modelo educativo comienza con el concepto de las emociones y su entrenamiento desde la primera infancia para poder generar niños que sepan tener autocontrol y empatía por los demás. Tú no puedes entender ni vivir lo que no conoces, si vives en el automático, desconectado de tus emociones y sólo viendo el ipad, es imposible que puedas comprender cómo se siente el de al lado, pues ni siquiera has reparado en cómo te sientes tú. Para una cultura de paz, primero se requiere una conexión con uno mismo que permita la empática interacción con los demás.

Antes que poner la lista de valores para la vida, es prioritario rescatar la empatía por los demás y para hacerlo en necesario cortar el narcisismo, pues la baja empatía es directamente proporcional al alto nivel de narcisismo; entre más me idolatro, menos puedo ver y pensar en otros.

¿De dónde viene el narcisismo exacerbado que se vive actualmente? De la tercera revolución industrial: del cambio radical en la forma de comunicarnos y convivir que trajo consigo la automatización y autogestión de procesos a través de un dispositivo personal que hoy carga tu historia, tu vida, tus finanzas, tus ideas y todo lo que hay en tu plano actual. El celular inteligente trajo una nueva manera de vivir donde se fomenta la interrelación exponencial con los demás, que trae consigo un feedback inmediato de la aceptación o agrado que se genera en otros, que trae consigo la constante preocupación en “¿qué soy para otros?”, en lugar de “¿quién soy yo?”.

Centrarse en sí mismo, es lo que más roba la paz; estar en el narcisismo, nos roba la empatía; centrarse en lo de afuera, en vez de lo de adentro, impide vivir los valores, pues al vivir en las apariencias, se viven valores escuetos y sin fondo que sólo tienen la finalidad de quedar bien y conseguir “likes”. Siendo éste el contexto actual millennial para la formación de cultura de paz en la educación, es cada vez más importante, desde el nivel preescolar comenzar con la formación socio emocional para que se pueda vivir un proceso de correlación afectiva con los demás que evite la terrible cosificación de las personas, a quienes hoy se ve como accesorios de uso con el fin de servirse a sí mismo.

UNESCO y Edgar Morin, tienen como finalidad, informar sobre los problemas individuales y colectivos para generar comprensión de contexto y así generar paz; formar en valores nuevos a personas que quieran participar en la construcción de la paz, que por cierto, es algo que construimos cada uno de nosotros y que comienza con un simple pensamiento de no-juicio y amor; transformar la realidad social para crear soluciones prácticas a los problemas de la humanidad.

Los conceptos de construcción de paz son maravillosos, para aplicarlos se requieren seres no ensimismados, no narcisistas y más conectados con la gente, que con el celular para que verdaderamente surja una cultura de paz. Se requiere iniciar con ella desde la aulas mediante la práctica constante de la empatía, guiada por maestros preparados para el siglo XXI donde puedan crear diálogos y reflexiones por medio de preguntas asertivas que hagan al individuo participar desde ahí en la creación de mundo en paz que todos queremos y pocos creamos.

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